La tragedia del país perdido de La Alpujarra | #mundoliterario (Divulgación)

Nuestro nuevo colaborador Rubén Pérez Trujillano nos presenta la reseña de  «El país perdido. La

Nuestro nuevo colaborador Rubén Pérez Trujillano nos presenta la reseña de  «El país perdido. La Alpujarra en la guerra morisca», de Justo Navarro. Un ensayo publicado recientemente por la Fundación José Manuel Lara que nos invita a realizar un viaje histórico al escenario de la rebelión morisca de 1568.

imageLa riqueza mítica fue la morera, el gusano de seda, que permitía una industria abierta al mundo a través de las costas alpujarreñas. Sin embargo, cuando finalizó la guerra, los miles de telares granadinos quedaron reducidos a una veintena. Con «El país perdido. La Alpajurra en la guerra morisca», Justo Navarro nos sumerge en un territorio rico y fértil, recogido por los legendarios viajeros de Oriente en la Edad Media, que cantaron “sus desfiladeros y fuentes, al sur de Granada, treinta y seis ríos que corrían por todas partes y eran canalizados hasta el interior de las casas”.

​La rebelión morisca y la guerra de transformaron una tierra que había sido un paraíso en un campo de batalla y exterminio. Para los cristianos, los rebeldes alpujarreños eran unos bandidos sanguinarios. Para los musulmanes obligados a convertirse, eran “monfíes”, es decir, desterrados del reino granadino.

​El levantamiento de la Navidad de 1568 fue la consecuencia de una política de sometimiento dirigida por la Real Chancillería y el Tribunal de la Inquisición. La ocupación de las propiedades moriscas, la obligación de tener las puertas abiertas de sus casas de viernes a domingo, la prohibición de su lengua, sus vestidos y el velo de las mujeres, allanaron el terreno a una rebelión que pretendía recuperar el reino de Granada arrebatado en 1492 con unas Capitulaciones, las de Santa Fe, sempiternamente incumplidas por las autoridades cristianas.

​Y junto a ello, motivos netamente económicos: la industria de la seda asfixiada por los impuestos, la incorporación de tejidos provenientes de Murcia y la prohibición de vender al extranjero para abaratar los precios en Castilla.

​El rey electo Aben Humeya, entronizado unos meses antes de la rebelión, quiso extender su dominio a Almería y buscó apoyo en Argel, sin que fuese convenientemente atendido. Fue un monarca perdido en el laberinto de su comunidad y en el suyo propio, inseguro y no suficientemente convencido de sus objetivos. Su final estaba cantado, como el de la propia guerra, envuelta en una dureza extrema a pesar de los intentos del jefe de las tropas cristianas, el marqués de Mondéjar, luego sustituido por Juan de Austria.

​Como puntilla a la cultura musulmana, que no árabe, –Felipe II llegó a expulsar a los moriscos que se habían mantenido pasivos o fieles en el conflicto– la derrota de los monfíes cayó como un telón que borró aquel país que no encontró otro camino digno que la rebelión.

imageBasándose, principalmente, en los cronistas que vivieron la guerra de primera mano –Diego Hurtado de Mendoza, Luis del Mármol Carvajal y Ginés Pérez de Hita–, el autor nos brinda un libro de viajes a los rincones más inhóspitos de nuestra historia. Con una prosa exquisita, acompañada de imágenes, Justo Navarro ha dibujado el mapa del anhelo de Al Ándalus, que fue ahogado con sangre en algún punto entre el mar y el cielo: la Alpujarra.

Autor de la reseña: Rubén Pérez Trujillano

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BIOGRAFÍA DEL AUTOR: JUSTO NAVARRO

Nació en Granada, en cuya Universidad se licenció en Filología Románica en 1975. Relacionado con la poesía española contemporánea, ha escrito dos libros de poemas, además de varias novelas. Es colaborador ocasional de diarios como El País, y traductor de autores como Paul Auster, Jorge Luis Borges, T. S. Eliot, F. Scott Fitzgerald, Pere Gimferrer, Michael Ondatjee, Joan Perucho, Ben Rice y Virginia Woolf. Colaboró en el guion de la ópera basada en Don Quijote de la Mancha que La Fura dels Baus estrenó en 2000 en el Liceo de Barcelona. Navarro ganó en 1986 el Premio de la Crítica de poesía castellana por Un aviador prevé su muerte. En 1990 también ganó con Accidentes íntimos el Premio Herralde de Novela, concedido por la Editorial Anagrama a una novela inédita en lengua castellana, y en 1994 ganó el Premio Andalucía de la Crítica con su novela La casa del padre. Desde 2003, es miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada.

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