Reseña de «Uno se acostumbra», de Arnoldo Rosas (Ediciones Oblicuas) | #MundoLiterario (Novela)

Hoy destacamos «Uno se acostumbra«, la nueva novela del escritor venezolano Arnoldo Rosas, que recientemente

Hoy destacamos «Uno se acostumbra«, la nueva novela del escritor venezolano Arnoldo Rosas, que recientemente publicaba Ediciones Oblicuas. Una trama que, a través de la fina ironía y la enorme imaginación del autor, nos demostrará cómo nuestra vida nos puede atrapar más de lo que creemos. Escribe la reseña nuestro compañero Roberto Pedregosa

Antonio Martínez es director comercial en una empresa latinoamericana que mantiene negocios con otras entidades internacionales. Exteriormente parece un simple empleado, más bien retraído y gris, que cumple con eficiencia sus objetivos pero sin prácticamente ningún impulso personal que le satisfaga. Soltero y de mediana edad, debe recibir a diario los consejos de su superior el señor Gamboa, que quiere convertir a este mediocre asalariado en un verdadero hombre de negocios con energía, pasión y seguridad en sí mismo. Le recomienda una y otra vez que visualice sus metas: «Vi-sua-li-zar» es la clave de todo éxito, le repite una y otra vez, para después recordarle que lo primero que tiene que hacer es buscarse una novia y satisfacerla a diario. Sin embargo, la conducta de Antonio parece impermeable a los consejos de su jefe; aunque él lo desee con ganas, ni se está convirtiendo en un triunfador ni tiene pareja con la que seguir esas preciadas recomendaciones.

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El mundo interior de Antonio es mucho menos gris que su exterior. De tanto viajar de un país a otro, es un verdadero experto en el arte de tomar vuelos y perder el mínimo tiempo posible en ello.  Tal y como nos declara el protagonista, «como a tantas otras cosas en la vida, uno se acostumbra a esto de viajar […] La rutina, hace rato, borró la ansiedad y el interés de los primeros viajes de negocios, cuando todo era nuevo y la ambición estaba a flor de piel».

Ahora Antonio ha perdido ya la ambición pero también su motivación. Camina como poseído por un extraño estupor que sitúa su existencia en la frontera entre lo vivo y lo inerte. Se está preparando para la firma de un importante contrato con un socio de Miami, el señor Sepúlveda, y su futuro en la empresa depende en buen grado del resultado satisfactorio de la reunión. Nuestro protagonista no cesa de recrear los consejos de su jefe el señor Gamboa, todos esos consejos que necesariamente podrían llevarlo al éxito si él no fuera tan inseguro y en sus arterias la sangre corriera con algo más de temperatura.

Trata de concentrarse una y otra vez en la situación de la firma, «Vi-sua-li-zar» como le recuerda una y otra vez el señor Gamboa, y de hecho puede ver ya el despacho del señor Sepúlveda (SEPÚLVEDA INVESTMENT, since 1969), y cómo llega Antonio seguro de sí mismo con el papel en la mano y directo a la firma del contrato.

Pero su mente no para de distraerse con el entorno del aeropuerto «Boarding Pass. Ubicación. Nueva requisa. Detector de metales en mano, nos sonríen: “¡Que tengan un buen viaje!», con los pasajeros del avión («Mi compañero de viaje, un gordote sesentón de suéter gris [pullquote-left] «Antonio parece un simple empleado, más bien retraído y gris, que cumple con eficiencia sus objetivos pero sin prácticamente ningún impulso personal que le satisfaga» [/pullquote-left]con rombos naranja, está abstraído en un libro bastante grueso que, gracias al Señor, vaticina lo mantendrá sin hablarme las próximas cuatro horas»), con sus cenicientos pensamientos («si hoy nuestro avión se cae, nadie se va a enterar de mi muerte por un buen rato. […] Estaré muerto y sin empleo»), poniendo nombres a los viajeros o al personal de vuelo… En fin, con sus juegos de viajero crónico. Le ha llamado la atención especialmente una familia que ha tenido que dejar en tierra a la madre porque en su visado estaba equivocado su género. Antonio, que la ha bautizado como Aireen, no cesa de preguntarse qué habrá sido de ella, y cómo es posible que la familia viaje sin uno de sus miembros.

El ritmo de “Uno se acostumbra” es muy acertado, y su ejecución nos recuerda en muchas ocasiones a Julio Cortázar por el juego continuo con el lenguaje y con las situaciones, narrándonos el entorno de la acción de una manera muchas veces vanguardista y siempre original. La capacidad de alternar narradores, situaciones y puntos de vista hace que esta novela interaccione no solo con el argumento sino con el propio lector, como es común en general a los autores del realismo mágico del s. XX (Rulfo, Cortázar o García Márquez por mencionar algunos). En común tiene este autor con ellos también la capacidad de convertir en género fantástico lo que comienza siendo una narración costumbrista, pero sin perder nunca la ironía y el sentido de juego con el lector, que será llevado a carreteras sin salida y a saltos en la situación de partida con que parece iniciarse la obra.

Homenajeando al citado Cortázar, como en una rayuela los seis capítulos de “Unos se acostumbra” son seis casillas dibujadas con tiza en la calle, y en cada salto que el lector realiza descubre un nuevo prisma de la narración que le llevará necesariamente al sorprendente final. Todos los interrogantes que surgieron en la cabeza del lector serán satisfechos y os aseguramos que os sorprenderéis con la capacidad inventiva y el reflexivo ingenio del autor. Bien se podría hablar en este caso de un Nuevo Realismo Mágico, que diferiría del clásico en situar el eje de la narración en el entorno urbano en lugar del rural, pero que recupera no solo el juego con el argumento sino con la narración. Así, como se encuentra en Cortázar o Carpentier -leedores empedernidos de James Joyce-, la narración toma distintas perspectivas que genera la creación de protagonistas donde había personajes o a la inversa, dándole así a la narración un formato de puzle completo que el lector debe unir por sí mismo. Hay que subrayar además una clara noción postmodernista en la ejecución de la trama, al incorporar múltiples referencias de la cultura contemporánea, como el cine o la música.

Durante el vuelo se emite la película de Steven Spielberg y protagonizada por Tom Hawks “La Terminal”, en la que el protagonista queda atrapado en un aeropuerto por un problema de política internacional que le impide entrar en EEUU pero también regresar a su país. Mientras la ve, Antonio no deja de fantasear con las posibles vidas de las azafatas, de su compañero de viaje, de la familia que tuvo que dejar
[pullquote-right] «De tanto viajar de un país a otro, es un verdadero experto en el arte de tomar vuelos y perder el mínimo tiempo posible en ello» [/pullquote-right]a un miembro en tierra… Finalmente llegan a destino sin ningún percance, a excepción de unas turbulencias que logran asustar a algunos pasajeros. Sin embargo, Antonio nunca volverá a ser el mismo. Siente que la mayor parte de su vida ha transcurrido con el piloto automático activado, exponiéndose a situaciones que le provocaban tensión como si le estuviesen ocurriendo a otro: «¿Cuándo llegué a ponerme viejo y abandonado? Podría hablar de mí en tercera persona: ese cincuentón gris de ojos tímidos que usa ropa interior de elásticos vencidos, trajes baratos, corbatas de poliéster, medias desgastadas; pero sin duda, yo: Antonio Martínez, como rezan el pasaporte y la cédula de identidad».

La firma del contrato con Sepúlveda fue un verdadero éxito, regresó victorioso con el contrato en la mano y su jefe el señor Gamboa le felicitó tremendamente por ello. Pero, a pesar de todo ello, desde entonces no se encuentra bien consigo mismo. Siente una especie de amnesia de lo propio, que le hace sentirse un franco desasosiego al habitar su apartamento, al vestir su ropa, al vivir sus rutinas,[pullquote-right] «Quizás algunos seres humanos estén condenados a habitar su propia vida» [/pullquote-right] sus miedos… De alguna manera se siente en una vida que no le satisface pero que, de alguna manera, le ha sido otorgada por obligación. ¿Por obligación? Quizás no sea demasiado tarde para romper con todo lo que le rodea, con sus barreras autoimpuestas, con su desidia crónica, incluso con su tabaquismo («¿Desde cuándo fumo?, me pregunté, apenas salí del aeropuerto, atónito ante la acción mecánica de extraer una cajetilla»).

Quizás sea un buen momento para romper con todo y reinventarse definitivamente como siempre le recomienda el señor Gamboa, pero esta curiosa amnesia con recuerdos no le deja tranquilo. De hecho una amiga, Matilde, le riñe por ser tan descuidado consigo mismo. ¿Se tratará de eso? Antonio contempla su apartamento y no puede estar más seguro de que Matilde se encuentra en lo cierto: sus hábitos, la vida decadente que lleva, son los culpables de su extrañeza ante todo lo que le rodea, ante su vida prevista y rutinaria.

Decide renovar su vestuario y muebles, dejar el tabaco, comenzar a hacer ejercicio, empezar a afeitarse y ducharse a diario. Los hábitos lograrán que todo encaje, que se vuelva a sentir dueño de su propio destino y de su propio escenario existencial. Incluso se ha echado una novia, Myriam, la secretaria (separada y con hijos) del gimnasio que ha comenzado a frecuentar. Ella ha sido verdaderamente importante para que Antonio abrace ese nuevo camino hacia la felicidad y el éxito. Si incluso su jefe el siempre reprensor señor Gamboa le felicita y no da crédito al cambio provocado… ¿Cómo un ser gris y sin futuro ha podido operar un giro de timón tan directo y eficiente? ¿Será la influencia de Myriam y su amor el verdadero catalizador de este nuevo rumbo?

A lo largo de los seis capítulos se alternará la narración en tercera persona con la primera persona, y el foco de la narración irá iluminando a los distintos personajes de la obra. A Antonio como protagonista (o narrador-protagonista); a Myriam con su obsesión con la importancia [pullquote-left] «Los hábitos lograrán que todo encaje, que se vuelva a sentir dueño de su propio destino y de su propio escenario existencial.» [/pullquote-left]del origen de los nombres, su matrimonio desgraciado, su exesposo Adalberto, sus tres hijos que implícitamente comparten todos el primer nombre (Carlos Alejandro, Carlos Andrés y Carlos José) porque Carlos significa valentía y virilidad; al señor Gamboa y su falsa corteza de seguridad en sí mismo (recientemente tiene algo que contarles a su familia y no se atreve)… Incluso conoceremos de cerca al mencionado exesposo de Myriam: el ingenio creador, la inspiración irónica y la habilidad narrativa de Arnoldo Rosas nos mostrará cuánto tienen en común pero también todo aquello en lo que siempre se diferenciarán –sobre todo, respecto a su éxito-.

Quizás algunos seres humanos estén condenados a habitar su propia vida al igual que Tom Hawks se ve obligado a vivir durante semanas en una terminal de aeropuerto, acostumbrándose al destino que le ha tocado vivir y aceptando como propia la ajenidad del libre albedrío que guía nuestros pasos. A veces un vuelo puede cambiarlo todo para no cambiar nada, y Arnoldo Rosas es capaz de mostrárnoslo no solo con inteligencia literaria sino con una enorme capacidad de atrapar al lector, de hacerlo fijarse en los detalles, de imaginar junto al protagonista todas las vidas ficticias de los desconocidos que le rodean. No podremos evitar sentirnos identificado con este perdedor lleno de inseguridad e involuntaria inocencia. Junto a este viajero acostumbrado al devenir absurdo de los días comprobaremos que la realidad puede esconder muchas más sorpresas de las que nunca llegaríamos a creer.

Es una obra que nos muestra cómo el poder de la literatura latinoamericana no ha dejado de crecer ni su conexión con el lector español desde aquel Boom Latinoamericano de los años sesenta y setenta. Al igual que Seix Barral apostó por aquellas obras de autores entonces desconocidos como Rulfo o Carpentier, Ediciones Oblicuas (la valiente editorial de Alberto Trinidad) apuesta por Arnoldo Rosas, escritor venezolano con una amplia carrera literaria en Latinoamérica y que estamos seguros será pronto muy conocido por los lectores de España. Esperamos haber contribuido con nuestro granito de arena, porque os aseguramos que, con su estilo sutil y su fina ironía, este autor os sorprenderá por completo.

Autor: Roberto Pedregosa

BIOGRAFÍA DEL AUTOR: ARNOLDO ROSAS

Arnoldo-Rosas-a-Color-by-Daniela-Rosas-Olavide-1Perteneció al Taller de Narrativa del Centro Latinoamericano “Rómulo Gallegos” (1981-1982). Sus trabajos han merecido diversos reconocimientos y están presentes en importantes antologías de narrativa venezolana. Ha publicado los libros de relatos Para enterrar al puerto (1985), Olvídate del tango (1992), La muerte no mata a nadie (2003), Sembré los muertos (2013) y De amores y domicilios (2014); la novela corta Igual (1990); y las novelas Nombre de mujer (2005), Uno se acostumbra (2011) y Massaua (2012).

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